
Hace unos meses, encontré en la calle a una perrita de largo pelo amarillo y ojos pequeños; parecía una mezcla de coker spaniel y labrador retriever, pero mucho mas pequeña. Se veía triste y cabizbaja ; Me miró y leí en sus pequeños ojitos amarillos esta sentencia: “mira como estoy de arruinada y sola”. Esta comunicación sin palabras me puso un nudo en la garganta y me devolví a la casa en busca de una trailla para llevarla conmigo a pesar que tengo ya otros recogidos en casa. Pero esta perrita me pareció tan especial que tocó mi corazón.
Sin embargo, cuando regresé con la correa, la perrita había desaparecido.
No obstante pasaron varias semanas, yo no podía olvidar su carita con esa expresión de profunda tristeza…..entonces empecé a buscarla por el barrio, mirando en los jardines y aceras a ver si la veía. Nada, se la había tragado la tierra.
Pasaron unos meses, y un día de lluvia volví a verla. Estaba mojada y con esa expresión apenada que me conquistaba. Traté de tomarla pero ella no se dejó. Salió corriendo y se perdió al doblar una esquina. Tengo mis años y no me sentí capaz de seguirla. La siguiente vez apareció en la puerta de mi casa, que está distante unas dos cuadras del lugar en donde yo la había visto la primera vez. “hola” le dije en tono cariñoso y ella se encogió como si tuviera frío y se fue enseguida. Corría y se detenía unos pasos para voltear hacia atrás y mirar si yo aún estaba mirándola.
Este episodio me pareció singular porque no sabía como la perrita había comprendido donde yo vivía….sin embargo decidí esperar a que volviera, pues ya veía que ella y yo estábamos construyendo lentamente un nexo. Pasaron varios días y nuevamente llovió. En ese momento, solo pensaba que ella se estaba mojando afuera, y cuando empezó a correr un viento huracanado, a pesar que ya estaba bastante oscuro, me puse un chal y salí a buscarla. Cual no sería mi sorpresa al verla detrás de la reja de una casa, a unas tres cuadras de la mía, mojándose y con su cara metida entremedio de los barrotes como queriendo decir “no quiero estar aquí”. Me dio mucha pena pero no me atreví a llamar.
Salí por unos días fuera de Santiago, mas cuando regresé cual no sería mi asombro al encontrar a la pequeña perra sentada frente a mi puerta con su carita compungida y algo mas sucia que la última vez. Después de bañarla, desparasitarla y darle una buena comida, le destiné una camita bastante cómoda cerca de mi dormitorio y se quedó dormida.
Esta es la historia de Pinky, una perrita de la calle que fue capaz de elegir a su amo. Ella se resistía a tener un hogar donde le dieran cariño y abrigo. Estas fotos son el antes y el despues de Pinky. Ahora ella es la estrella de mis mascotas y nunca mas he vuelto a ver su expresión triste. Solo quise compartir con ustedes una historia triste con final feliz, para que nunca muera la esperanza de los perritos abandonados, de encontrar un verdadero hogar.
4 comentarios:
wow q linda tu historia casi lloro y que linda pinky jejejeje si hay q respetar mucho a los animales porq ellos nos enseñan muchisimas cosas yo hace un año casi dos entendi el simbolo del amor aunq fue muy doloroso!!!!!
No la abandones nunca, los perros abandonados son siempre los más fieles.
Esta historia es hermosa, casi lloro.
Te doy un consejo:No la abandones NUNCA porque como tu dijiste los perros abandonados tienen posibilidades de un buen hogar, espero que seas muy feliz tu y PINKY, es hermosa. cuidala muy bien
PD:fuiste muy buena persona en recogerla te admiro por eso
preciosa historia y también la perrita
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